La desinhibición de la ambición durante el periodo 2008 - 2023.
El paso de Plutón por Capricornio está suponiendo -además de los acontecimientos relacionados con la crisis financiera y de valores en los que estamos inmersos, y que está activo desde justo el momento en que Plutón entró precisamente en Capricornio- la puesta en evidencia de un detalle interesante: nuestra relación con la ambición. Es decir, el sistema, que está patas arriba por mor, según dicen, de la crisis, está poniendo en evidencia ciertos rasgos de la sociedad y de cada uno de nosotros. Lo que quiero decir es que muchos de los elementos político-económicos que criticamos son factores que están en nosotros desde siempre, sólo que ahora están particularmente agudizados mediante una representación social, acaso para que podamos tomar conciencia acerca de cómo los humanoides funcionamos en lo privado y en lo público.
La agudización de la ambición.
La ambición desatada en estos tiempos de crisis ha llegado a todas las almas y a todos los motivos. No sólo es ambicioso el que es visto como tal, porque acumula dinero o usa desinhibidamente sus influencias en los circuitos del poder establecido, sino, además, cualquiera de nosotros por cualquier otro motivo, ya sea tangible o intangible. De tal manera, el que quiere tener dinero, y ya lo tenía, ahora quiere tener más y sin manías a la hora de desplegar tal ambición. También, el que quería cualquier otra cosa, material o de otro tipo, siente que esos deseos se agudizan y se muestran tal cual, sin tapujos y sin posibilidad de refrenarlos. El que sentía anhelos de una vida espiritual más plena, ahora, con esta agudización, tal anhelo se convierte en una ambición irrefrenable que puede derivar en trastorno o en malestar. El que quería amor, ahora lo quiere más aún, con obsesión, hasta dañar a las personas amadas y dañarse a sí mismo. El que quería cambiar el sistema, por justos motivos, ahora lo quiere transformar de hoy para mañana, de tal manera que acaso cometa actos injustos de los cuales no se da cuenta, tan grande es su ambición, hasta impedir y dejar infertil aquello que podía aportar. El que quería cuidar de los demás, ahora quiere cuidar más y a más personas. El que se entregaba, ahora lo hace hasta el punto de despersonificarse. El que era enfermizo, ahora lo es más, en su ambición por ser más. El que quería desaparecer un poco, ahora desaparece del todo. El que quería brillar y ser visto, ahora no se puede contener y aparece en todos los escenarios posibles.
Plutón en Capricornio trae estas cosas: agudiza y pone de manifiesto lo que siempre estuvo, aunque a cubierto, tapado, velado, inhibido o bloqueado. Hace sacar la bestia que llevamos dentro. O, si lo prefieren, la estupidez puesta de relieve: una forma de actuar que, persiguiendo una cima, acaba llevándonos a perjudicar nuestras propias ambiciones, despeñándonos por la montaña que pretendíamos escalar. La posible nobleza de los quereres humanos puede acabar en una actitud que, en lugar de logro, puede conllevar una agudización del fracaso debido a una actitud desmedidamente egocéntrica. Ello quiere decir que en esta etapa, la ambición, que está en el fondo de todos nuestros actos, toma un lugar dominante. Otra cosa es la capacitación que cada uno tenga en lo referente a dosificar y atemperar esta ambición. Es decir, la intolerancia al fracaso, contenible hasta antes de la entrada de Plutón en Capricornio, se agudiza de tal manera que conlleva que, para apaciguar este fracaso, se agudiza la ambición. Y esta ambición es una neurosis de fracaso, ni más ni menos. Me estoy refiriendo, claro está, a la ambición que surge como un deseo sin freno que domina a la voluntad.
La única manera de llevar adelante una ambición sin que se salga de madre es cuidando del uso de los medios disponibles. Lo peor, claro está, vendría de una ambición para la cual no hay medios para poderla desarrollar. En este caso, la ambición pasaria a convertirse en incompetencia.
Otras etapas históricas.
Plutón estuvo en Capricornio en etapas muy significativas en cuanto al desarrollo exitoso de algunas ambiciones.
Durante la última vez que eso ocurrió se logró la independencia de un nuevo país: Estados Unidos, bastión del sistema capitalista.
Durante la penúltima se produjo la Reforma Protestante, una escisión en el cristianismo que resultó ser clave en la construcción del sistema capitalista que sobrevino a resultas de ello.
Y mucho tiempo atrás, antes del declive definitivo del Imperio Romano, con Plutón en Capricornio, se produce un giro histórico espectacular que lleva a que la Iglesia Católica sea la heredera de dicho Imperio.
Si es de apetencia leer otros artículos relacionados con estos hechos, les paso estos enlaces:
Para acabar este artículo me gustaría añadir una cita. El autor es Enrique Gavilán, quien escribió un excelente prólogo para la edición en castellano de "Sociología de la Religión", de Max Weber.
Ahi va el fragmento:
“La ética protestante
trata de mostrar las consecuencias económicas imprevistas de algunos principios
ideológicos de lo que Weber denomina protestantismo
ascético, que incluye a diversas sectas protestantes, en su mayor parte,
aunque no todas, vinculadas al calvinismo –puritanos, metodistas, baptistas,
etc.-.
El dios del protestantismo ascético es un ser
inconmensurable con el mundo; sus designios tienen un carácter absoluto e
incomprensible. El creyente no dispone de medio alguno –de carácter mágico,
sacerdotal o derivado de su propio comportamiento, como sus propias acciones-
que le permita alterar la voluntad de dios en un sentido favorable. El creyente
está sólo frente a dios, sin mediadores, sin una iglesia que le procure un
destino más favorable; su suerte en el más allá está decidida desde la
eternidad y él no puede alterarla. Esta situación provoca en el creyente una
infinita ansiedad sobre su destino. Estos principios teológicos tendrán como
consecuencia un modo de vida característico, que –ésta es la tesis central de La ética protestante- presenta una gran
afinidad con el capitalismo. El creyente busca desesperadamente un signo de
predestinación favorable e intenta encontrarlo entregándose al trabajo en la
vocación en el mundo. De esta forma, el trabajo en el mundo deja de ser algo
indiferente desde el punto de vista religioso (como en el judaísmo) o nocivo
desde el punto de vista religioso (como en el budismo). El signo de
acreditación como un elegido se convierte en el objetivo que orienta de forma
sistemática toda la vida del creyente. Ésta deja de ser un conjunto de acciones
valorables individualmente, sobre las que se puede establecer un balance,
favorable o desfavorable, según que predominen las buenas o las malas acciones.
La vida del creyente se convierte en un todo unificado desde el interior –una
personalidad- que expresa la elección del destinado a la salvación. Al no
existir la penitencia (como en el catolicismo), una mala acción no puede ser
compensada, Puede representar por ello un síntoma insuperable de falta de
acreditación de quien la realiza.
La consecuencia más probable del modo frenético de abordar
el trabajo en el mundo que deriva de ese modo de vida es el éxito en los
negocios. Además, como consecuencia de la devaluación que esa misma teologíam
opera respecto a los biene mundanos, el empresario que se acredita así en el
trabajo en la vocación no puede gozar de los frutos obtenidos, sino que ha de
llevar una existencia frugal. A diferencia de lo que ocurría en forma de
capitalismo no asociadas al modo de vida derivado del protestantismo ascético,
donde los beneficios acumulados tendían a ser despilfarrados en formas de
consumo ostentoso, la sobriedad y frugalidad del modo resultante de la ética
del protestantismo ascético favorecen aún más la acumulación de capital,
acentuando su afinidad con el capitalismo.”
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