Carcinosinum
y el grado 3 de Acuario.
La
paradoja que mejor pone en evidencia la forma de funcionar de Carcinosinum es
que se trata de personas que se encuentran más a gusto entre desconocidos (o en
relaciones infrecuentes) que con quienes se ve obligado a convivir todos los
días. Quienes vivan cerca de un Carcinosinum notarán que la relación mejora con
la distancia o con la infrecuencia; mientras, por lo contrario, empeora cuando
pasa a ser cotidiana. Esto nos llevaría a una primera conclusión: Carcinosinum
sintoniza mejor con el alma que con el cuerpo, con la esencia que con la
presencia, con lo inhabitual que con lo habitual.
El otro
elemento conferidor de carácter es que a Carcinosinum la estabilidad le genera
zozobra interior. Parecen preferir lo inestable, lo imprevisible, la incógnita,
los cabos sin atar. De algún modo, percibe la incertidumbre como el sostén de
la libertad. Y la libertad son cabos sueltos. En cambio, la estabilidad les
lleva a creer que por ella deben renunciar a sí mismos. Por eso, para mantener
el nivel de incertidumbre que les lleva a sentirse libres, necesitan
transgredir sus propios afectos, incluso perjudicando a personas queridas, para
sentir que no renuncian a su individualidad. Para sentirse libres, las personas
Carcinosinum necesitan desestabilizar sus vínculos con cierta frecuencia, como,
por ejemplo, lanzando agua helada sobre los sentimientos de los demás.
En
cuanto a estímulos externos (espectáculos, sexo, comida, compañía, proyectos, etcétera),
se podría decir que el extravagante Carcinosinum puede caer tanto en la
anorexia como en la bulimia, en el vómito y en la glotonería, en el cuidado y
en la dejadez, en la diligencia y en la procrastinación, en la austeridad y en
el hartazgo. Y lo único que puede llevar a Carcinosinum a un nivel en el que
las dicotomías pueden ser trascendidas es a través de un colapso personal, lo
cual, paradojas de la vida, puede llevarle al equilibrio.
Las
personas Carcinosinum viven atrapadas entre la excitación y la serenidad, lo
cual es un anatema que puede llevar a querer vivir cosas que son incompatibles
entre si en un mismo tiempo. Semejante contradicción podría percibirse en el
modo de administrar la frustración: a través de hiperactividad. Es decir, en fase
maníaca no pueden descansar ni aún queriendo. El nivel de excitabilidad
nerviosa es tal que la ausencia de estímulos externos es reemplazada por
estímulos internos o fijaciones mentales que a menudo se proyectan sobre
minucias.
Por
tanto, el individuo Carcinosinum cae fácilmente en inquietud o agitación súbita
por motivos que por si mismos no deberían resultar amenazantes. La razón de
semejante agitación es que la persona Carcinosinum plantea necesidades que se
contradicen, que es como decir que en las piezas que forman la personalidad
Carcinosinum subyace un fondo de anacronía o incoherencia. Lo cual me lleva a
concluir que la persona vive en una confusión de tiempo, que es como decir que
vive en el aquí, en el ayer y en el mañana simultáneamente, experimentando
emociones que tanto inclinan como disuaden en relación a un mismo motivo. Un
ejemplo de esto último lo veríamos en determinadas torpezas del comportamiento,
como, por ejemplo, favorecer y entorpecer simultáneamente el curso de los
hechos. Y este asunto puede revestirse de cierta gravedad cuando esta forma de
funcionar afecta o repercute en otras personas. Lo veríamos, por ejemplo, en el
ámbito familiar, cuando el individuo Carcinosinum parece promover lo que
pretende impedir. Es decir, queriéndolo o no, la actitud Carcinosinum favorece
la proliferación mental de impedimentos, hasta volver imposible lo que podría
resultar favorable.
Carcinosinum
es capaz de experimentar en un mismo momento emociones que se contradicen. Puede favorecer lo que rechaza, y puede negar
hacia afuera lo que afirma desde adentro. Puede negar una obviedad, mientras se
afirma en lo que es inviable como si se tratara de una realidad posible. Es
decir, estamos hablando de un desorden de fondo que lleva a la persona a querer
vivir en un mismo momento lo que debería ser vivido en momentos sucesivos. La
razón de ello gira en torno a que Carcinosinum oscila entre reivindicarse y
renunciar a sí mismo. O lo que es lo mismo: entre vivir plenamente o permanecer
sepultado en vida, pues Carcinosinum puede querer vivir y estar muerto a la vez
El
problema de fondo de Carcinosinum es no poder identificar la razón de
semejantes contradicciones. Hay un fondo de rebeldía anárquica en Carcinosinum
que tanto puede provocar desgracia emocional en uno mismo como en los demás.
Otra
característica de la vida de Carcinosinum es que ven mucho la televisión, o
curioseando en revistas, o ante la pantalla del ordenador, o fisgando sobre
vidas ajenas, o desperdiciando el tiempo en distracciones que la mantienen a
uno en una burbuja mental que le aísla de la realidad. Es decir, pasan más
tiempo atendiendo a lo que hacen y dicen los demás que desentrañando los
misterios de sus propias motivaciones. Son personas que adoptan la preocupación
por los demás como excusa para evitar sentir su propia tendencia a abandonarse.
Es como si la persona huyera de sus propios motivos, hasta el extremo de llegar
a enjenarse o confundir los motivos de otros con los propios, aunque también
puede ocurrir en sentido inverso: que uno transfiera sus motivaciones a los
demás, hasta llegar a hacerles responsables de algo que no tiene relación con
ellos.
El
homeopático Carcinosinum puede resultar de interés para terapeutas (curas,
madres, padres) y para cualquier persona que tienda a hacerse responsable del
bienestar de los demás, en la medida en que la repetición continuada de los
patrones puede llevar a la enajenación, al colapso y a la renuncia propia.
Carcinosinum es alguien que puede adoptar la vida de otros como si fuera de su
propiedad. Y también son posibles los comportamientos opuestos: que la persona
Carcinosinum sienta que su vida es propiedad de los demás. Obviamente, el
individuo Carcinosinum no es capaz de reconocer hasta qué punto es dependiente
de los demás.
Las
personas Carcinosinum están más inclinadas a la abnegación que a la autoestima.
Pueden conocer mejor a los demás que a si mismas. Son mejores terapeutas con
los demás, mientras que como pacientes no lo ponen fácil (debido a su capacidad
para enajenarse).
Siguiendo
la lógica de lo expuesto hasta ahora, los individuos Carcinosinum pueden ser
simultáneamente activos y pasivos, forofos y desdeñosos, afectuosos y
despreciativos, fértiles e infértiles, nobles y corruptos, generosos y avaros.
Todo es chocante en Carcinosinum. Puede ser un buen mecenas y, al mismo tiempo,
un inquisidor. Es angelical y diabólico, todo en uno. Y es posible que la razón
de semejante forma de funcionar sea el miedo al fracaso. Sin embargo, habría
que matizar: el miedo al fracaso es el miedo a no poder salvar el alma, lo cual
infecta la existencia con una culpabilidad difícil de identificar.
Apego a
personajes de ficción, que tanto pueden ser televisivos como creados por uno
mismo y proyectados sobre los demás. Esto último puede estar delatando una
tendencia consistente en construir ficciones sobre personas reales.
Carcinosinum
pueden ser personas muy bien informadas, aunque pueden caer fácilmente en el
chismorreo y la chafardería. Podrían ser buenos periodistas, agentes secretos,
médiums o sensitivos, pues pueden llegar a saber de los demás a través de vías
no convencionales.
Su
parte negativa deriva de creer que saben. Es decir, que lo que suponen que
saben de los demás es cierto. Por otro lado, las pocas facilidades que la
persona Carcinosinum pone para que los demás puedan conocerle no le niega que
trate de comunicarse con sus semejantes. La mezcla de ambas cosas da lugar a
muchas frustraciones (frustraciones que Carcinosinum provoca en los demás), y
predisposición por parte de Carcinosinum a sentirse frustrado por la falta de
comprensión que cree encontrar en los demás. En el mejor de los casos, la
persona Carcinosinum puede desarrollar su excelencia a través de funciones
socialmente deseadas, preferentemente las que se relacionan con el bienestar
ajeno, lo cual les permite dar rienda suelta a su interés por los demás, a la
par que pueden mantenerse protegidos bajo el paraguas de la discreción que les
da la profesión. A través de una profesión que implique cuidar, vigilar o
atender a los demás, la persona Carcinosinum puede vivir más cómodamente su
facilidad para conocerles sin descubrirse. En definitiva, esconderá su
incapacidad para seducir a través de una profesión o función social que los
demás valoren, necesiten o perciban como útil, necesaria, atractiva o poderosa.
Por
todo lo dicho anteriormente, Carcinosinum es mejor terapeuta que paciente, como
prodigador de ayuda que como receptor.
El
drama de fondo de Carcinosinum procede de una alucinación congénita que se
resiste a ser reconocida. Me estoy refiriendo a una tendencia suicida. Y no me
refiero a hechos taxativos, sino a una tendencia latente y que actúa desde la
sombra. Las personas Carcinosinum tienden a negarse a si mismas a través de
desórdenes cotidianos relacionados con algún tipo de adicción. Y como se trata
de una tendencia congénita, la adicción irá disfrazándose de diferente manera
según contexto y según la etapa vital. Por consiguiente, bendito aquel que sepa
convivir con semejante lastre. Lo curioso en Carcinosinum es que la
autonegación trae como consecuencia automática la afirmación del otro (aunque
sea construido en base a fantasías o prejuicios). Como indiqué anteriormente,
Carcinosinum es más capaz de comprender mejor a los demás que a sí mismo.
Incluso hasta podría ser que Carcinosinum encuentre en la vida de los demás,
más que en la propia, la razón para seguir vivo.
Las
personas Carcinosinum pueden provocar exorcismos o reacciones involuntarias en
otros individuos. La razón de este hecho es que Carcinosinum puede infundir su
propio disgusto vital en otras personas, haciendo que éstas expresen aspectos
bestiales o egoístas. Y un elemento de fondo, que aquí tiene todo el sentido,
es la incomprensibilidad del carácter, algo que es muy de Carcinosinum.
Hay en
Carcinosinum un susto muy antiguo relacionado con la gestación o el parto. Este
susto de fondo puede estar relacionado con secuelas que se arrastran desde el
nacimiento, o también puede ser que el trauma se deba a una frialdad emocional
relacionada con la figura materna. El resultado de ello es una tendencia
inconsciente a luchar por la vida o a dejarse vencer por la pulsión de muerte.
Otra consecuencia es una sensación de hostilidad o frío existencial permanente,
como si uno viviera con y en lo moribundo, de tal manera que hay un pesimismo
de fondo que se manifiesta de formas muy diversas, aunque el factor común de
todas ellas es el frío emocional y el desdén psicológico. Este desdén se
expresa como si fuera un filo cortante, una pulsión que, llevada al extremo, comportaría
sentimientos y actitudes temerarias o suicidas. Como comenté anteriormente, la
tendencia al suicidio no necesariamente se manifestará a través de hechos
concretos, sino a través de una actitud hostil que niega la alegría de vivir y
fomenta la renuncia a uno mismo. Un ejemplo de ello es la aprehensión, un
estado mental en la que las fantasías de muerte, de fracaso, de abandono o de
renuncia le llevan a uno a no querer vivir estando vivo (o a estar vivo
mientras desearía estar muerto).
Carcinosinum
se corresponde con una mente aguda y rápida, aunque con tendencia a descuidar
las propias capacidades. Hay una tendencia fuerte al abandono, ya sea por
activa o por pasiva. Se trata de personas que se sintieron abandonadas,
desatendidas o mal comprendidas. La consecuencia de ello es que se abandonan a
si mismas. A menudo observamos cómo estas personas despuntan en alguna
capacidad, aunque la abandonan con facilidad. La mente de estas personas está
llena de proyectos abandonados o sin concluir, en proporción con el sentimiento
de abandono que les acompaña interiormente. Abandonar es como dejarse atrapar
por un sentir que no son valiosos para los demás. Y si no son valiosos para los
demás, para qué desarrollar las propias
capacidades, si estas son las que enriquecen el contacto social. La
consecuencia de ello es un abandono de la propia mente, que se vuelve viciosa o
estrafalaria.
El
grado 3 de Acuario.
El
grado de resonancia de Carcinosinum se corresponde con el 3 de Acuario. Si en
cada grado se escenifica un factor particularmente fino del signo, el grado 3
de Acuario es en donde mejor se percibe el lado más hermético y contradictorio.
En este sentido, el grado 3 representa las coacciones derivadas de las rutinas
diarias, incluyendo en ellas lo emocional, lo doméstico, lo relacional y los
cuidados a los que la vida nos obliga, etcétera. Estas coacciones van
acompañadas de un miedo a fracasar, o a no ser comprendido o aceptado, o a que
todo esfuerzo sea en balde. Y el miedo a fracasar es el miedo a morir sin
haberse limpiado por dentro. Por consiguiente, hay en Carcinosinum un miedo a
morir, al tiempo que se desea estar muerto. Un miedo a no poder (o a no saber)
curarse, hasta preferir estar muerto. Carsinosinum representa la voz profunda
de la desesperación. Y es que la emoción básica de Carcinosinum es la soledad.
Por
todo esto, y en consecuencia, hay en Carcinosinum un sufrimiento latente y
desesperado, a menudo sin identificar o reconocer, que provoca fuertes
sentimientos de desesperanza, que la persona suele proyectar sobre sus seres
queridos, acaso esperando que sean los demás quienes generen el sentido de la
propia vida. Se trata de un sufrimento que es tan tozudo como lo es la persona.
Por tanto, oscilaciones bruscas entre el interés por los demás y el interés por
uno mismo, entre el interés por la vida y el abandono a los vicios de la mente.
Suele
haber una fuerte queja interna en relación a la falta de complicidad y de
reciprocidad que percibe en los demás. Esto le lleva a sentirse víctima o a
preferir la soledad. Lo curioso del caso es que el victimismo de Carcinosinum
es justo lo que le lleva a rodearse de verdugos potenciales. De ahí que
prefiera relacionarse con personas poco conocidas, a las cuales poder idealizar
e idealizarse a si mismo.
Carcinosinum
también colecciona preocupaciones (una especie de Síndrome de Diógenes
psicológico y emocional). Se trata de un vicio mental que le lleva a girar
alrededor de la preocupación por los demás e, incluso, por personajes que son
fruto único de la ficción. Bien, de hecho, la línea que separa lo ficticio de
lo real es posible que no exista en Carcinosinum, lo cual explicaría su
tendencia a enajenarse.
Se
refugia en nimiedades cotidianas, ya sea para evitar pensar en profundidad, ya
sea por sospechas acerca de lo que cree que es falta de honestidad de los demás.
La tendencia a idealizar o a demonizar a los demás es muy propia de
Carcinosinum. Demoniza a quien tiene cerca e idealiza a quien tiene lejos.
En
Carcinosinum (y en los primeros grados de Acuario) la mente es excepcional y
brillante, aunque la actitud personal no la secunda o no es capaz de
gestionarla. Por otro lado, el intelecto es rápido y el cuerpo es lento. La
consecuencia es que hay fluidez de ideas y una tendencia a dejarlas sin
materializar. Y todo ello es debido a esa fuerte tendencia a dejarse enajenar.